viernes, 31 de octubre de 2008

Adán: la primera creatura

Al momento de elegir cómo llamar a este nuevo blog dedicado a la creación literaria, barajé diversos nombres. Finalmente, me decidí por Hijo de Adán en honor a la creatura y criatura que según la tradición judeocristiana fue el primer hombre creado a imagen y semejanza de su autor. Extraño nombre para un blog dedicado a la creación literaria, pero a la vez muy significativo. En este espacio pretendo publicar exclusivamente los textos que surgen de los talleres literarios que vengo dictando desde hace dos años en diversas instituciones.

Debo confesar que cuando me inicié en el oficio de la escritura como poeta, luego como narrador y actualmente más como cronista y ensayista, sentía una enorme desconfianza y hasta desdén por los talleres literarios. Al igual que la mayoría de mis condiscípulos, estaba convencido de que solo bastaba con ser un apasionado lector de grandes poetas o narradores y que la experiencia creadora era más importante que las sugerencias acerca de cómo escribir. No es que hoy considere que es más importante leer los testimonios de los maestros que leer sus obras o finalmente volcarse a escribir, sino que también creo que es muy importante conocer el oficio de escritor, sobre todo en géneros como el cuento, la novela, la crónica y el ensayo, en los cuales considero que los aspectos técnicos y estructurales son muy importantes y que su dominio requiere de un trabajo muchas veces arduo y constante de lectura y revisión.

Después de algunos años, mi excesiva y vehemente confianza en la inspiración y el talento nato ha ido decreciendo progresivamente. Comparto la opinión de Vargas Llosa, Faulkner, Flaubert, Balzac, Miguel Gutiérrez, etc. de que el oficio de escritor está constituido sobre la base del esfuerzo y que este no debería abandonarse a las veleidades de la inspiración, pues podría suceder que aquella ansiada chispa divina nunca aparezca.

Si algo pueden aportar los talleres de creación literaria, ello es la adquisición de un hábito de trabajo basado en el difícil oficio de hallar el punto medio entre la prematura satisfacción por la obra terminada y la obsesiva compulsión por lograr una obra perfecta. Situarse en ambos extremos sería fatal para el aspirante a escritor en cualquiera de los géneros que deseara cultivar, ya que el primero le impediría desarrollar el hábito de la corrección (que es en realidad cuando comienza el verdadero trabajo del escritor); y el segundo lo sumergiría en el hoyo negro de la hipercorrección, lo que suele derivar en el detrimento de una muy buena obra. ¡Cuántas veces he sido testigo de cómo un tallerista en su afán de pulir su texto termina por liquidarlo! De tanto afilar la cuchilla, es probable que nos quedemos solo con las limaduras y la desaparezcamos para siempre.

En Hijo de Adán publicaré los textos más logrados que surjan en los talleres. Por supuesto que mi elección estará absolutamente mediatizada por la arbitrariedad de mis gustos literarios, lo cual es necesario admitir sin rubor alguno. Eventualmente, se publicarán las opiniones de algunos amigos escritores contemporáneos, entrevistas o reseñas de libros recientemente publicados, pero el privilegio lo tendrán los textos del taller.

El crecimiento de este blog dependerá exclusivamente de las creaciones de sus autores y de los comentarios de todos aquellos que tengan disposición para compartir sus experiencias, para sugerir, debatir o contrastar puntos de vista. De mi parte, solo aspiro a ofrecer una tribuna para un oficio que me ha sido imposible evadir desde que tomé un lápiz y papel y escribí un par de líneas que rehíce hasta quedar conforme. Este blog pertenece a todo aquel que posiblemente no pueda evadir la necesidad de escribir y que considere que dicha experiencia es lo mejor que le ha podido ocurrir en esta vida.